- Vegetalizando -






El paraíso se cubrió de una niebla estática que no moja pero que alimenta hasta las entrañas del menos hambriento.
Abres una puerta y estás en el desierto. La cierras y puedes bucear entre flores que crecen muertas en el suelo. O piñas que hacen árboles, llenos de escamas, reptando las paredes de los sueños.
Una vez las flores rosas nacieron en el cielo de cristal y decidieron bajar antes de morir.
Ahora crecen por todas partes.
Frenar el tiempo a todo color fue un acto heroico que no llegó a ningún sitio. Tratar de ser dios en el paraíso de otros es prácticamente imposible. Me enseñaron a respirar del revés al mismo tiempo que soltaban la pócima mágica del derecho. Me había convertido en planta. Aspiraba dióxido y espiraba oxigeno. Así, poco a poco, con los pies enterrados en una maceta que colgaba del cielo, empezaron a crecer las flores rosas al final de mi pelo. Corrían hacia una vida segura cerca de las raíces que vivían felices del derecho. Ahora todas tienen su espacio. Tan arriba como tan abajo. Tardé tres viajes de vuelta en entender que el sol jugaba al veo veo con las telarañas. Y tardé tres viajes de ida en entender que para frenar el tiempo debería aceptar que en el paraíso de cristal son ellas las que mandan y decidieron obviar el color.





- Sin fin pero con principio -






Tiempo para hacer nada
para dormirle
para fumármelo con rodajas de mango
para perderle ganando doblones de oro que se derriten en el bolsillo
El tiempo y el significado del tiempo
El que pasa cuando la luna crece y el sol se marcha
El tiempo que no existe y nosotras, esclavas del tiempo.
Del que llueve cuando salgo a la playa y del que agita el viento cuando lo llevo en contra.

El que hace que la semilla se haga flor y la flor se muera porque se ahoga de llorar.
No, el calor no lo hace el tiempo, lo hace el sol que no se quiere ir a dormir al congelador.

    Duele el sol y duele el tiempo

No me duele la vida, la vida no pasa. Me duele el tiempo, que nos engaña.

    Vida para sonreír al tiempo.

Tiempo para vivirse follando. Que diga, cantando.
Así se me pasa la vida mas feliz, mientras los doblones de oro se derriten en el bolsillo.

pájaros que vuelan en contra del tiempo, vuelan para vivir. Sobre- vivir. Por encima. Siempre.
Volando llegamos donde el tiempo no nos derrite, donde el tiempo no es mas que segundos de lluvia.

La lluvia, El tiempo.
El tiempo, meteorología de la vida. Para perderle viendo anuncios.

   Volvimos a la lluvia.
   Y me perdí volando en el tiempo.





















- ¿Gazpacho o salmorejo? -









Un día dejé de escribir.
Ese día se apagó la luz de la ventana.
Bob se mudó otro piso más abajo. Se quejaba de los bailes que dejé de echarme porque no quería salir de la cama.
Nuestro nuevo vecino consume gazpacho mezclado con sustancias venenosas para el cerebro. Llora como un bebé y grita mucho. Me aburre. Grita al teléfono, en casa, en la calle, le grita a una mujer a la que parece amar, lo dejan, ella se va, vuelve, gritan, lloran. Me aburre. Su voz afónica me marea. Quizá debería cambiar de gazpacho. Quizá el salmorejo le siente mejor. Quizá el veneno...
Sigo sin querer salir de la cama, pero ahora salto en ella y en el salón. Celebro que hay un agujero entre Bob y mis pies.
Coloreo soles enfrente de la ventana para a ver si así se llena todo de luz. Ayer saqué los pies de los calcetines para celebrar que mi invento había funcionado.
Iré a la playa a recoger arena y ponerla alrededor de la ventana, así quizá parezca que vivo en el caribe.
Un día dejé de escribir porque hay un algo en esta vida de la ciudad que me envenena. Pero yo no consumo ese tipo de gazpachos. No hay mariquitas, las flores duran un par de semanas y yo me pregunto que Algo tengo que ponerle al salmorejo para que todo el mundo sea feliz.
He abierto la caja de tesoros que tenia escondida en el fondo del armario y me han dicho que quieren vivir en la encimera. Y yo les cantaré canciones a gritos para que todos los tesoros sean felices y el salón sea un barco pirata.
Mis cebollitas se reproducen sin ejercer el acto sexual. Siguen vivas, el moho no se las ha comido. Y a mi me parecen preciosas. Hablo de ellas sin parar si la persona que escucha parece interesarle y si no, también. Me han hecho despertar de nuevo. Debería montar un jardín de cebollas o de boniatos donde las reglas son verlos crecer y no comérselos nunca jamás porque son mis bebés del alma.
Ahora también cuido a un bebé de treinta y dos días. Tiene la magia de hacerme entender la vida con calma. Yo que había decidido hacerme cosmopolita y vivir en estrés hasta cuando no vivo.
Pero sigo intentando encontrar ese Algo que no vive fuera, y como no vive fuera me quedo dentro intentando encontrarlo.
Mi invento de pintar soles en la ventana parece que funciona.
Seguro que las mariquitas aparecen y ese Algo decide volver y llevarnos allá donde el estrés decide vivir relajado.
Así que he decidido volver a escribir.